El Nodo Repensar los márgenes participó en el XIX Congreso de la Asociación Española de Americanista.
Del 14 al 16 de junio tuvo lugar en Santiago de Compostela el XIX Congreso de la Asociación Española de Americanista, que reunió un total de 37 mesas bajo el tema común de "Los caminos de América". La celebración del encuentro estaba prevista originalmente en 2020, pero la crisis sanitaria obligó a su suspensión hasta 2021. A pesar de la mejora de la situación pandémica, la mayoría de las mesas optaron por la modalidad virtual, facilitando el encuentro de investigadoras e investigadores internacionales. Fue el caso del simposio coordinado por Romina Zamora y Ana Díaz, cuya convocatoria reunió a un total de ocho comunicaciones, presentadas desde Argentina, Chile, México, Brasil y España. A este marcado carácter internacional se sumó la interdisciplinariedad, pues el encuentro incluyó trabajos realizados desde la historia y la arqueología.
La propuesta original del simposio pretendía abrir una reflexión sobre la conformación del espacios americano desde la escala de espacios y agentes marginalizados historiográficamente. Para ello, desviamos la atención de las grandes explotaciones mineras y de los puertos atlánticos y pacíficos y nos centramos en las rutas terrestres que conectaron estos dos hitos en el estudio del fenómeno de la plata americana. El objetivo general era conocer la organización política y las dinámicas sociales, económicas y culturales que se desarrollaron en torno a estas vías de comunicación.
Los trabajos presentados pusieron en evidencia el interés actual por los caminos secundarios, alternativos a los denominados caminos reales. Estas nuevas rutas corrían paralelas y en ocasiones incluso se superponían a las rutas principales, generalmente buscando evadir los peajes impuestos por las autoridades reales. No obstante, la importancia sobre la economía local de esta actividad dio lugar a pleitos por los derechos de cobro de impuestos, como la sisa, por parte de los dueños de las tierras por las que transcurrían estos caminos. En otras ocasiones fue la inhabilitación temporal o estacional de los caminos principales, debido a factores climáticos o meteorológicos, también por conflictos bélicos, lo que hizo recomendable la consideración de estas otras vías. Pero sortear estos factores suponía enfrentar otros igualmente adversos: la compleja orografía de los Andes y el Septentrión novohispano dificultó su recorrido, pero, a su vez, promovió la participación de los indígenas en estos trasiegos, debido a su conocimiento y dominio de aquellos parajes. En muchas ocasiones se trató de utilizar rutas de origen prehispánico, que siguieron activas hasta entrado el siglo XIX, lo que permite dilucidar que durante el periodo colonial no se creó una infraestructura caminera específica.
A pesar de esta continuidad entre la época prehispánica y las posteriores, la intensificación del tráfico , sobre todo a partir de 1600, produjo una profunda transformación del paisaje, siendo a partir del siglo XVIII cuando puede percibirse una adaptación de los modelos prehispánicos de transporte a las prácticas mercantiles posteriores. Destaca la implementación de las postas, un elemento característico de la administración borbónica que seguirá vigente en la etapa republicana temprana, al menos en el ámbito andino. En estos años de despegue de los nuevos Estados-nación latinoamericanos será importante la aparición de nuevos actores en el tráfico de mercancías y, con ellos, la diversificaciones de relaciones y estrategias. Encontramos poderes centrales y locales, comerciantes portuarios y del interior, concesionarios y trabajadores de las minas, diferentes tipos de transportistas y el personal de las postas. Por otro lado, frente a las estrategias del Estado, con bajada de impuestos para atraer inversionistas y mayor control del proceso de carga y transporte de las mercancías, se desarrolló una intensa actividad de contrabando, que conllevó, entre otras prácticas, la colusión, el ocultamiento de cargas o el cambio de bultos, así como la apertura de nuevas rutas.
El estudio de estas rutas está determinado por la escasez de fuentes escritas y cartográficas, lo que hace imprescindible el trabajo arqueológico. Sobre el paisaje queda la erosión del paso y algunas construcciones, como tambos, pascanas y apachetas, que marcan la presencia de los viajeros, la necesidad de ritualizar el viaje y, más tarde, la demarcación de los límites fronterizos internacionales.
La protección de los caminos fue una de las principales preocupaciones de las autoridades reales. Soldados que habían servido en los frentes europeos llegaron a América para defender las rutas de la plata, tanto desde las orillas oceánicas como en las regiones interiores. Muchos de ellos rentabilizaron el viaje trasatlántico participando en el negocio de las minas, lo que convertía la defesa de las mercancías en un asunto personal. Tanto las autoridades virreinales como la Corona española proyectaron nuevos puertos y nuevas rutas para burlar los continuos ataques de piratas, corsarios e indios rebeldes y marcaron una relación directa entre la pacificación de sus dominios y el feliz destino de las preciadas mercancías americanas. Especialmente determinante fue la fundación de nuevas poblaciones, que ayudaron a dar forma a estos caminos de la plata. Gran parte de estas poblaciones eran pueblos de indios, que participaron de las dinámicas globales de la Monarquía española dando descaso y avituallamiento a los arrieros y disuadiendo los ataques contra las caravanas que iban y venían de América a Europa y de Europa a América.
Los caminos secundarios, ajenos a la fiscalización de los oficiales reales, permitieron un tráfico de mercancías difícil de cuantificar. La aparición en China de monedas de plata acuñadas en las cecas americanas nos habla de una fuga de capitales que nos hace preguntarnos, por un lado, sobre la existencia de una ruta marítima extra-oficial. ¿Tal vez la surcada por Magallanes tras superar el paso interoceánico? Y, por otro, sobre la presencia de intermediarios que facilitaron la salida de la plata y otros productos hacia destinos no estándares. Quizás la presencia de una abultada comunidad china en los dominios americanos del rey de España sea un indicio de cómo llegaron aquellas monedas peruanas y novohispanas al Lejano Oriente.
No solo plata, no solo mercancías circulaban por aquellos caminos de América. Personas de diferente origen y oficio transitaban desde los puertos hacia el interior y, como la plata y las mercancías, lo hacía de manera legal e ilegal. Entre estas últimas abundaba la picaresca: el disfraz encubría identidades vetadas y generaba otras nuevas. Su objetivo era, tierra o río adentro, alcanzar un particular Potosí, convertido en una proyección americana, tanto del éxito como del fracaso.
En resumen, habitualmente la investigación se centra en los puntos de partida y de llegada, tanto de productos como de personas. América misma ha sido evaluada en estos términos: un lugar de origen y un destino, ocasionalmente, un lugar de paso en un discurso histórico en el que los protagonistas son otros continentes, bien Europa o bien Asia. Una comprensión compleja sobre la conformación del espacios americano, sus dinámicas, los sujetos históricos implicados, su evolución a lo largo del tiempo, reclama una mayor atención a las travesías, por mar y por tierra, a través de vestigios documentales y arqueológicos. La circulación consolida la idea de un mundo globalizado. Los caminos de América explican la particularidad de ese nuevo mundo, conectado, extendido, no solo por las rutas oceánicas, de este a oeste, sino también por múltiples rutas terrestres, de norte a sur y de sur a norte.
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