"El fin de la historia no es escribir las cosas para que no se olviden, sino para que enseñen a vivir con experiencia, maestra muda, que es la utilidad y bien pública, haciéndonos más prudentes los malos sucesos que los buenos."
Esto escribía Antonio de Remesal a principios del siglo XVII. El dominico, que llevaba una plácida vida de estudio y enseñanza entre Salamanca y Alcalá de Henares, decidió cruzar el océano buscando el rastro de su admirado Bartolomé de Las Casas, de quien pretendía hacer una biografía. Así llegó a Guatemala. Allí, emocionado por la riqueza de los archivos a los que tuvo acceso, cambió el plan de su obra y de una historia de vida pasó a una "historia general", con especial atención a lo hecho y acontecido a sus hermanos de orden en la llamada Provincia de San Vicente. Su pesquisa levantó ampollas entre los locales, civiles y eclesiásticos, quienes desconfiaron de alguien de tan lejos interesado en sus viejos papeles. Temían que entre ellos encontrara inconveniencias y contradicciones con lo narrado hasta entonces sobre aquellas tierras tan orilladas de los centros de poder de la Monarquía Hispánica.
Incómodo por el ambiente de suspicacias creado en torno a su trabajo Remesal decidió terminar su obra en Oaxaca, donde fue alojado en lo que hoy es una joya del barroco mexicano: el convento de Santo Domingo. Una vez terminado presentó su manuscrito a fray Juan de Torquemada, que disfrutaba entonces de reconocimiento intelectual tras la publicación de su Monarquía Indiana. Torquemada, que había tardado más de dos décadas en escribir su magistral obra, quedó impresionado por la lectura de la historia de Remesal, aconsejando su inmediata publicación.
De este modo, el dominico inició un nuevo viaje: con su manuscrito bajo el brazo volvió a España, donde encontró apoyo en los editores madrileños. Su Historia de la Provincia de S. Vicente de Chiapa y Guatemala de la orden de nuestro glorioso padre Sancto Domingo salió de la imprenta en 1619. El autor, emocionado con el resultado, pensó que el libro podría interesar a los pobladores de los lugares sobre los que revelaba numerosos buenos sucesos (y algunos malos también). Con un baúl lleno de ejemplares tomó barco en Sevilla para llegar a Guatemala unos meses más tarde. Allí los locales, civiles y eclesiásticos, creyeron confirmar sus temores, encontrando en aquella Historia no más que falsedades y calumnias. Remesal fue preso y sus libros confiscados para después ser quemados públicamente. Una primera sentencia decidió su destierro y una segunda su "desasignación", lo que significaba no poder entrar en ninguno de los conventos que la orden de Santo Domingo tenía en Indias. Tales habían sido las ofensas que había escrito que había dejado de merecer la fraterna acogida de los de su hábito. Perplejo, el historiador señaló a "la envidia" como origen de tales reacciones. La historiografía ha apuntado otros motivos: las luchas entre facciones que dibujaron durante largo tiempo la historia social y política de aquellos periféricos territorios. Remesal había encontrado patrocinio entre los ricohombres inapropiados.
Desterrado y desasignado, retomó viaje, esta vez rumbo al norte. Desde allí envió cartas a unos y otros, en las que defendía su persona y sus escritos de las acusaciones que desde los Confines encontraban eco en otras latitudes del virreinato. Muy posiblemente temeroso de la activación de un proceso inquisitorial dirigió varias de sus misivas al Santo Tribunal de la ciudad de México. Las últimas fueron escritas en Zacatecas, era 1627 y ya no se supo más.
Una destacada historiadora ha interpretado este último destino como una prueba más del espíritu investigador que motivó a Remesal a lo largo de toda su vida. En la Nueva Galicia habría querido visitar los escenario de las batallas finales de Álvarado, uno de los protagonistas de su historia, tal y como había querido hacer en Guatemala, donde subió hasta la cumbre del volcán del Agua para visualizar la destrucción de la antigua ciudad de Santiago de los Caballeros, a la que dedica varios capítulos de su Libro III. No obstante, no cabe descartar la posibilidad de que el temor a la persecución de la Inquisición le hiciera tomar el camino que siguieron muchos proscritos: hacia las incógnitas tierras fronterizas, donde el trasiego de gentes permitía renovar identidades, reinventar vidas y reescribir historias.
Mientras Remesal vivía estos amargos días entre un extremo y otro de la Nueva España, en Europa su Historia General iba acumulando elogios, llegando a alcanzar la categoría de éxito editorial. En 1620 apareció en Madrid una segunda edición y tres siglos después fue reimpresa, quedando a la mano de los buscadores de tiempos pasados, que han dado cuenta de ella como una de las referencias fundamentales de su género. Razón de sobra para que aquellos "locales, civiles y eclesiásticos" sigan hasta hoy -desde algún rincón del Infierno, según profitó Las Casas- lanzando improperios contra aquel historiador foráneo que osó hacer públicos y notorios los molestos sucesos que hasta su llegada habían creído secretos y seguros en sus archivos.
Pequeña aclaración: la reseña dedicada a Antonio de Remesal en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia fecha su muerte en Madrid, en 1620, después de la publicación de su obra. Este dato obvia por completo su segundo viaje a América, un importante episodio de su vida, del que han dado cuenta acreditados historiadores a partir de documentación conservada en archivos americanos. Por tanto, la biografía de la RAH es incompleta y denota la urgencia de una historiografía conectada.
Leer para conocer más
Como fuente bibliográfica principal:
Lohmeyer de Lenkersdorf, Gudrun, "San Vicente de Chiapa y Guatemala: Antonio de Remesal", Escardón, Patricia, y Rosa Camelo (coords.), Historiografía Mexicana, Volumen II: La creación de una imagen propia. La tradición española, Tomo 2. Historiografía Eclesiástica, México, UNAM, 2012, pp. 1111-1132.
Y también:
De Vos, Jan, Los enredos de Remesal. Ensayo sobre la conquista de Chiapas, México, Conseja Nacional para la Cultura y las Artes, 1992.
Valcárcel Martínez, Simón, "Fray Antonio de Remesal (h. 1575-después de 1627)", Caravelle, 64 (1995), pp. 9-29.
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